La censura prusiana juzgó «El Único y su Propiedad» como un libro “demasiado absurdo para ser peligrosos”. Marx y Engels, en cambio, lo consideraron suficientemente peligroso para dedicarle más de trescientas páginas persecutorias de la Ideología alemana. Nietzsche nunca lo mencionó, pero confesó a una amiga su temor de que un día lo acusaran de plagiar a Stirner. Desde hace más de un siglo las historias de la filosofía lo definen como “tristemente célebre”. En definitiva: El único es la obra más escandalosa e inaceptable de la filosofia moderna.
Roberto Calasso, Cien cartas a un desconocido, Anagrama